"Los amigos se convierten
con frecuencia en ladrones de nuestro tiempo".
Platón
"Y
todo comenzó aquel día, en la inauguración de un polideportivo ... " Así como una canción de Ismael Serrano, comenzó esta
historia. La historia de unos ladrones que querían robar el tiempo y la
sabiduría a los amigos, pero cual Robin Hoods
modernos (aunque de maneras añejas cafegijonianas) lo devolverían a los
vientos convertidas en palabras digitalizadas y enredadas.
Nos conocemos de muchos años, bachilleres
ilusionados con el mundo, “saramaguianos” convencidos y creyentes
de la vida romántica y del realismo porque solo así se construyen las pasiones
(a lo Stendhal). Con todos estos ingredientes fundamos un club, una tertulia,
un clan donde compartiríamos a invitados que nos darían clases magistrales de
cómo el mecanismo que acciona el motor del mundo esta lleno de pequeños
impulsos que son los que dan energía, los que alimentan el movimiento. Hay
quien va al Club Bilderberg a codearse con el poder, nosotros acudimos al Clan
de los Irlandeses a codearnos con las conciencias más comprometidas.
Sevilla tiene muchos rincones con
historia que invitan a compartir y el Clan eligió uno en la Gran Plaza, la Bodega
la Pitarra, un lugar donde hay tranquilidad para conversar y alguna sonrisa
cómplice de paisanaje y costumbre. "Al centro", como diría algún
columnista rancio sevillano, pasaron platos humildes, andaluces y suficientes
para los comensales. El flamenquín casero, las croquetas de cola de toro, una
crema de queso y alguna otra vianda. El día solo pedía la fresca cerveza local.
Era un caluroso día de primavera entre semana.
Ese día en la mesa los cuatro fundadores
del Clan y un invitado, el primer invitado, La primera vez que siempre es muy
importante porque es más difícil de olvidar. El protagonista de la tertulia,
Antonio Valverde Ramos. Antonio es natural de pequeña localidad (cada vez
menos) del Aljarafe sevillano, Salteras. Hijo del cartero del pueblo, aprendió
de su padre la pasión por las letras, por la lectura, por el cuidado de los
detalles y por el servicio público. Nació en el año 1964, es padre de dos hijas
y de un hijo que han heredado de su padre y de su abuelo el interés por los
estudios. Antonio estudió, se formó y accedió a la administración como
funcionario de carrera. Se licenció en derecho y comenzó a ocupar puestos de
responsabilidad en la administración andaluza, por aquellos años incipiente,
probablemente porque su mirada y sus pausadas formas de hacer las cosas
generaban confianza en las personas que estaban a su alrededor. Hoy ocupa un
alto cargo en la Junta de Andalucía donde seguro que anda batallando (con
templanza) para que las cosas se hagan bien, se ayude a la gente desde un
servicio público que es sensible y que tiene una mirada muy atenta a la
realidad social actual. Una mirada como la que hoy tiene Antonio, hoy mezclada
con algo de incertidumbre por ver que le depara esta tertulia en la que ha sido
emboscado.
Antonio Valverde Ramos
Director general de la Agencia
Idea.
Funcionario del Cuerpo Superior
de administradores generales de la Junta de Andalucía.
Licenciado en derecho.
¿Y de qué hablamos?
De muchas cosas, algunas profundas,
serias, otras más banales e incluso alguna irrelevante. Pero al invitado le
propusimos un tema que fue el principal: Europa. Y él sabe muy bien que es eso,
no en vano ha sido varios años Director General de Fondos Sociales, y sobre
todo lo que Europa ha supuesto para una tierra como Andalucía a través de
políticas de cohesión, cooperación y solidaridad. Una Europa muy distinta a la
que hoy se esta "reconstruyendo". Hablamos de cómo los fondos de
cohesión han servido para acercarnos en materia de infraestructuras,
inversiones e I+D+I a otras regiones mucho más avanzadas. De cómo se han
gestionado bien esos recursos, en la mayoría de los casos, desde la regiones y
de cómo el centralismo sigue jugándole malas pasadas a esta tierra. En este
sentido nos contó la “anécdota” de que durante unos años los fondos que
llegaban a Madrid y cuyo reparto correspondía al gobierno central, no cumplían
con los requisitos de prioridad y los recursos de Europa que venían a Andalucía
acababan en otras regiones. A Andalucía siempre le ha costado mucho defender
sus derechos y su autonomía.
También hablamos de Europa como parte del
problema de la actual crisis financiera, pero inevitablemente también como la
gran solución a la misma. Antonio habla
de cambio de políticas económicas, de romper con el "austericidio",
de activar la economía y de apostar por una Europa de poderes públicos fuertes
y cohesionados que puedan hacer frente a otros intereses.
¡Pero
no sólo de economía, Europa y política vive el hombre¡ Y entonces empezamos a
repasar la cultura y la literatura.
Salió Paul Auster, uno de sus autores
favoritos, entre otras cosas porque sus novelas “son algo filosóficas, donde
trata temas imperecederos y eternos, tan antiguos como la propia humanidad: la
culpa, la venganza, el deseo, la libertad, el bien y el mal ... Se trata de una
literatura que mantiene constante la atención del lector y que le obliga a reflexionar
sobre el ser humanó", como el propio Antonio escribió en alguna ocasión.
Hablamos, por supuesto, de Emilio
Lledó, un referente constante para nuestro invitado. Me consta que
además le une a él una fraternal amistad y que disfruta de sus lecturas,
conferencias y diálogos más privados.
Antonio comparte con el profesor la idea que tiene sobre la importancia de la
educación en la construcción de las sociedades más civilizadas. En estas citas
se resume esa forma de mirar el mundo según Lledó y que ha influido sobre
nuestro invitado. Aristóteles decía
"condicionar toda la vida humana a la economía es de almas
miserables" y Emilio lo ratifica: “la riqueza del pueblo no es la del
suelo, sino la del cerebro”.
Después vinieron otros temas, otros
argumentos. Tras casi dos horas de conversación, en un ambiente de máxima
confianza, compartimos preguntas, respuestas y alguna confidencia. Antonio se
despidió de nosotros sereno, como es él, con la seriedad de la corbata roja y
la chaqueta azul marino, pero dejando en el Clan de los Irlandeses un -remoto,
un recóndito- retumbar de tambores de guerra que algún día descubriremos
que es ahí donde reside el inicio de las pequeñas revoluciones que cambian el
mundo.
“Muchos años después, frente al pelotón
de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde
remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo […]. El mundo era tan
reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que
señalarlas con el dedo”. - Cien años de soledad, Gabriel García Márquez. - De
nuevo empieza todo, si es que alguna vez terminó.
José Antonio Alfaro Manzano